“La continuidad de la
empresa ya está definida en todos sus aspectos, incluso en el creativo. De
todas maneras, por el momento no pienso retirarme. Mi vida es mi trabajo y no
tengo ninguna intención de renunciar”, así responde el diseñador Giorgio Armani
(Piacenza, 1934) a la eterna pregunta de la sucesión.
A sus 78 años el
italiano, que se ha hecho famoso en el sector por ser un trabajador incansable
y controlar hasta el más mínimo detalle de lo que sucede en la compañía que fundó
en 1975, inaugura una nueva tienda en España.
A pesar de que muchas
firmas de lujo podrían no sentirse atraídas ante el actual panorama económico
del país, el grupo que dirige el italiano abre hoy en Madrid las puertas de una
tienda Emporio Armani. “Tras la reciente inauguración de una boutique Giorgio
Armani, era natural abrir una tienda Emporio con la colección hombre y mujer
completa. Madrid, al igual que Barcelona, es una ciudad dinámica con un gran
flujo de turistas, por donde pasa una clientela variada muy interesante”,
justifica por correo electrónico. Aunque, eso sí, en esta ocasión no le queda
más alternativa que ejercer su férreo control desde la distancia, ya que ha
delegado en su sobrina Roberta, directora de relaciones públicas, la labor de dar
pistoletazo de salida al local.
Así es el escaparate de
la tienda Emporio Armani de la calle Serrano de Madrid. / Claudio Álvarez
Podría decirse que, en el
mundo de Armani, todo queda en casa. A pesar de no tener hijos, ha confiado en
sus sobrinos labores importantes dentro de la compañía. Roberta, hija de su
hermano Sergio (ya fallecido), se encarga de las relaciones públicas de la
empresa, y su hermana Silvana trabaja con él en los talleres de diseño de ropa
femenina, aunque hace años también fue su modelo. En 2007 explicaba así a la
revista Time su relación de trabajo con Giorgio: “Preparamos la colección y
viene a dar su opinión. Es un perfeccionista. Siempre piensas que has dado lo
mejor de ti, y él cree que puedes hacerlo mejor. Suele tener razón”. Rosanna
Armani es la tercera hermana del diseñador, y trabajó durante 20 años en la
empresa como jefa de prensa. Antes, había sido modelo, actriz, fotógrafa,
directora de arte de varias revistas y una continua fuente de inspiración para
su hermano. De hecho, gracias a que ella se pasaba el día robándole prendas de
su armario, creó trajes sastre en su primera colección, convirtiéndolos, con el
tiempo, en una de sus prendas más reconociblesEl hijo de Rosanna, Andrea
Camerana, ostenta el cargo de vicepresidente de márketing y licencias.
Su pasión por la familia
es tal que en 2008 prohibió asistir a su desfile de alta costura a la
periodista del New York Times Cathy Horyn. Todo porque ella, unos meses antes,
había comentado la presencia de Roberta en otra presentación de Armani y al
diseñador le pareció que estaba “menospreciando” a su sobrina, según explicó
Horyn en el periódico tras recibir la carta en la que le anunciaban que no era
bienvenida. No es la única muestra de genio que ha tenido últimamente. El año pasado
Roberto Cavalli le llamó “pequeño rey” y le acusó de que cada elección que
hacía se percibía como una orden. Armani no dudó en responderle, medio en broma
medio en serio: “Cavalli debería quedarse tranquilo, porque el pequeño rey se
podría enfadar”.
La continuidad de la
empresa ya está definida en todos sus aspectos, incluso en el creativo. De
todas maneras, por el momento no pienso retirarme
El rey Armani comenzó
desde abajo. Estudió tres años de medicina y abandonó la carrera por un puesto
de escaparatista en el gran almacén milanés La Rinascente. Diseñó para varias
firmas italianas hasta que, en 1975, fundó Giorgio Armani junto a Sergio
Galeotti, del que se dice que fue el auténtico estratega empresarial de la
compañía. Armani y Galeotti fueron pareja sentimental hasta el fallecimiento de
éste, debido a un ataque al corazón, en 1985. “Era el auténtico espíritu de la
compañía”, diría el diseñador.
Han pasado casi 40 años
desde que sentase las bases de su empresa. En este tiempo, ha practicado
intensamente la diversificación empresarial, dejando pocos sectores por tocar:
tiene líneas de alta costura, moda joven y pantalones vaqueros, gafas de sol, ropa
infantil, perfumes y maquillaje, bombones, teléfonos e incluso dos hoteles con
su sello, en Milán y Dubai. Aunque algunas de sus iniciativas fracasaron, el
Grupo Armani se presenta en 2013 con una economía saneada. Tiene más de 700
tiendas propias alrededor del mundo y sigue manteniendo sus cuentas en
positivo, a pesar de los embistes de la crisis. En 2011 ingréso 1.804 millones
de euros, un 13,6% más de lo que había logrado el ejercicio anterior. A pesar
del éxito palpable, ¿hay algo que podría haber hecho mejor?: “Con la conciencia
que tengo hoy, habría hecho algunas cosas de otra manera, o quizás no. Son
pensamientos que trato de evitar, mirando hacia adelante, porque el
arrepentimiento me parece inútilmente paralizante”.
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