El glamour continúa marcando los años 30






Decíamos hace unos días, haciendo referencia sobre la moda de los años 30, bautizados como los años del glamour ( 1930- 1938), que la mujer requería de una figura de estrella de cine, es decir de una delgadez que disimulara cualquier imperfección.

Esto así, por el tipo de trajes que se llevaba en esa época tanto para la noche como para el día, acorde con el glamour que se respiraba en el entorno de los grandes salones de fiestas y otros lugares chic marcados por la alta costura.
El traje de noche negro, que siempre ha sido el rey del armario y en este caso, de confección, era la opción más moderna que se tenía a mano para esos momentos tan especiales. Las más extravagantes solían acompañarlo con gabanes de piel que tocaban el piso, ensombreciendo así su diseño.
Pero a medida que transcurría la década, otros elementos se agregaban flexibilizando una moda cuyo sello principal, citamos, era la elegancia y el glamour. Esto ocurrió cuando en la mujer surgió la necesidad de vacacional en la playa y de broncearse, convirtiéndose luego en una moda. Las veraneantes llevaban camisetas estilo marinero, pantalones cortos y ligeros vestidos floreados e imitaban a la gran diva del cine Marlene Dietrich con trajes de baño de dos piezas. La inconformista diseñadora Elsa Schiaparelli pasó de la filosofía al diseño de moda haciendo cierta singularidad al glamour parisino. Siguiendo los pasos de Poiret, sus colaboraciones con artistas vanguardistas como Salvador Dalí y Jean Coteau se plasmaron en sombreros altos con forma de zapato y vestidos con estampados de trampatojo que simulaban telas rotas. Schiaparelli diseñó, además, prácticos sujetadores para los corpiños de los vestidos que realzaran el pecho y sacó a la luz como detalles las tradicionales ocultas cremalleras.
Pero, esos años hermosos en los cuales el común denominador fue el glamour, se vieron más tarde ensombrecidos por los hechos ocurridos en la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo que reciclar y las damas se vieron precisadas a echar mano a sus cubrecamas para confeccionarse un vestido. ( Décadas de la Moda).

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